jueves, 14 de agosto de 2014

- Después de muchos golpes y de sufrir demasiado, he decidido amar a una persona que no me puede corresponder. Me gusta conservar este sentimiento y dosificar la tristeza hasta que se vuelve una sensación agradable, porque cuando no tienes esperanza de que te correspondan, todo resulta mucho más suave.
Esta argumentación me dejó sin aliento. 
De repente sentí el deseo de abrazarla, pero no quería arriesgarme a que aquel momento mágico se rompiera por un rechazo. 
Finalmente opté por cogerle la mano mientras el mar masajeaba la arena.

El cuaderno de Aroha.